Barrio Marinero de San Cristóbal
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PREGON FIESTAS 2017

18/7/2017

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PREGÓN FIESTAS DE SAN CRISTOBAL 
14 DE JULIO DE 2017


Autoridades, Comisión de Fiestas, Vecinos todos.


Me llamo Germán De La Guardia Salom y soy Chacalote.


Estoy aquí, ante ustedes por culpa, o gracias a la asociación de vecinos que tuvo, a través de Ivan Cruz, la feliz ocurrencia de otorgarme el honor de ser pregonero de las fiestas de nuestro barrio. Para mi que no tengo la mas mínima vocación política, ser pregonero de las fiestas de mi barrio es un grandísimo honor que jamás olvidaré y que agradeceré siempre. Muchas gracias por esta honrosa distinción.


 También estoy aquí por culpa del mar, o, como decimos la gente del barrio: “de la marea”.
Por culpa de la marea y de la afición a la pesca, el hombre que me dio mi primer apellido, De La Guardia, mi padre, “Momo”, para los tantos amigos que siempre ha tenido en el barrio, terminó recalando en estas costas de San Cristóbal detrás de sargos, herreras y seifías. 
Aquí, quiero pensar que en una hermosa tarde de verano en que la marea vacía trae a la chiquillería a exploraciones costeras, recolectas de lapas y burgaos y a los jóvenes en edad de merecer en pos de sus encuentros amorosos en su rinconcito romántico para dedicarse suspiros de tortolitos, en una de esas tardes en que la luna llena asoma antes de que el día deje paso a ese espectáculo que todos hemos disfrutado sentados en los callaos….


Quiero pensar, digo, que una de esas tardes que se disfrutan en los veranos de nuestro barrio, fue el encuentro de Momo con una guapísima chacalota, por aquellos entonces de unos 16 primorosos años. Las pocas fotos que conservo de mi madre en esa época explican que El hombre se prendara de ella, o como él decía contando el evento, “se quedara enrocao” y, como también decía “hasta la fecha sigo enrocao” cuando vivía mi madre, a quien Dios tenga en su gloria. Berta, Antonia Berta Salom Farías, hija de Salom el de la tienda o, como le conocíamos por entonces los chiquillos del barrio, “Saloncito” y Catalinita Farias Artiles, ¡casi nada!


Los que pescamos sabemos que toda enrocadura en marisco duro tiene sus consecuencias y, producto de la enrocadura de Momo en el marisco de San Cristobal y su linda chacalota, hace ya 58 años, nací yo,  aquí al lado, en la calle Santiago Tejera Ossavarri, número 56, y desde chico, como mi padre, la afición a la marea hacía que me escapara con mas frecuencia de la que a mi abuelo Salom le gustaba. El viejo, si le iban con el cuento de que yo estaba en la playa, hubiera reboso o  la mar llana como un plato, salía callejón abajo, dejando a veces la tienda sola para ver “donde demonios se había metido el jodido chiquillo”. 
Nunca me pegó mi abuelo ni una leve nalgada. Seguro que, mas de una vez, no sería por falta de ganas, de los nervios que le hacía coger con mi afición a los callaos, charcos y cabosos. 
El hombre fue marino y sabia que “con la mar no se juega”.


No quiero aburrirles con mis cosas, pero es que hablar de mi niñez es hablar del barrio. Un barrio que, miro ahora con la nostalgia propia de la edad, recordando a tanta gente relevante de aquellos entonces y que ya no están entre nosotros y admirando a la que ahora tenemos. Un barrio que tenía y tiene un carácter especial, con los marineros mas valientes, la gente mas sabia y mas trabajadora de la mar de las islas. Un barrio al que debemos mirar también con ilusión, con orgullo y con ambición para que se le siga reconociendo, respetando y apoyando desde nuestras instituciones. 


Déjenme que les hable un poco, a través de los recuerdos de mi niñez, del barrio de mi infancia.
La tienda de Saloncito cerraba a mediodía….pero no cerraba. 
Me explico: bastaba que nos sentáramos a comer para que algún vecino tocara “fuerte, con la palma de la mano abierta, con contundencia pero con respeto, “que si no, como están p’adentro no oyen”. Saloncito, casi siempre con algún rezongo de por medio, se terminaba levantando de la mesa y, pasillo adelante, con un sonar rítmico de chancletas que ya lo quisiera de acompañamiento El Cigala, respondía:  “ya vaaaa,…. ¡coño, van a terminar tirando la puerta abajo!”  Casi siempre era algún chiquillo, renegrido de estar todo el día en la marea, descalzo y desnudo de mitad arriba que, para evitar la vergüenza del olvido de sus mayores, venia a hacer el “mandao”.
Salom abría y le preguntaba con resignación al vecinito: 
  • “¿Qué quieres rubio?”. 
  • “Una botella aceite, Saloncito, y mi abuela dice que se la apunte”.


Las calles del barrio de aquella época, en lugar de coches, albergaban todo tipo de embarcaciones, falúas, chalanas y barquillos que subían aquellos marineros recios, callejones arriba para ponerlos a salvo de las mares cuando había reboso.
Allí jugábamos los chiquillos al calimbre, entre trasmallos, cabos y nasas pero respetando siempre todos aquellos enseres que eran el sustento de las familias del barrio. Los pescadores de entonces podían dejar sus artes en la calle sin miedo alguno.


Las tardes de marea vacía la chiquillería tenia como afición, entre otras, las pegas de barquillos de lata, que hacíamos con latas grandes de aceite de las que aún se ven en las tiendas. Los barquillos quedaban aparentes. Les hacíamos la vela con bolsas de plástico que recortábamos y cosíamos a la palanca con maestría, apañando los materiales que mas a mano nos venían. Mas de una jalá hubo cuando algún palo de percha, algún trozo de madera que estaba haciendo su oficio doméstico terminaba en nuestras infantiles carpinterías de ribera.
Cuando la oportunidad se daba y caía en nuestras manos algún resto de pintura y alguna brocheja que se rehabilitaba de su faena en un cacharro con aguarrás, nuestro barco quedaba pintado al instante y puesto a secar, donde mas estorbaba, claro, que si no uno no es niño.
En esa ocasión el amor a los colores del barrio se quebraba si el hallazgo de la pintura nos llevaba por otros derroteros. Así, si los restos de serie eran de color verde, nos hacíamos porteñistas, minervistas, si eran azules ya eramos del Catalina o vete a saber qué..
Toda la chiquillería del barrio, y hasta algunos mayores, alrededor de barquillos de lata, de bidones, cometas, tángara, partidos de futbol bajo los muros del Martín Freire…..Y sin redes sociales, sin whatshapp, sin smarphones, sin merienda con bollería industrial, tardes entera secuestrados por la tele o el ordenador…..todo era artesanal y al aire libre.
¡Algo no estamos haciendo bien!


El barrio vivía del mar. Del mar nació y el mar debe seguir siendo su razón de ser, la identidad por la que nos sigan conociendo en toda la isla. Nuestros hijos, nuestros nietos y los hijos de nuestros nietos deberán seguir diciendo, cuando muchos de nosotros ya no estemos:
“SOY CHACALOTE, DEL BARRIO MARINERO DE SAN CRISTÓBAL”
y explicar a quien le esté hablando, lo que ello significa.


Nuestro barrio fue la cuna de la vela latina. Aquí se celebraron las primeras pegas de barquillos, entre aquellos hombres que tenían en el barquillo y en la mar su sustento, de las porfías a ver quien picaba antes en tierra con la pesca.
Desde luego, no puede haber deporte mas vernáculo. 
Todavía podemos ver en el barrio algúnos barquillos que han pasado de padres a hijos y luego a nietos dando de comer a generaciones de pescadores.
Los que hemos tenido la suerte de verlos llegar y salir a faenar a vela, con una estampa única y llena de significado, revivimos en cada regata de hoy aquellas imágenes que permanecen en nuestro recuerdo. 


Nuestro barrio es distinto a cualquier otro. San Cristóbal es un barrio  al que se viene si o si. 
Venir a San Cristóbal es “VENIR A SAN CRISTÓBAL”. 
Me explico: Hay una puerta para entrar (por el extremo sur) y otra para salir (por el extremo norte). A la derecha, o estribor, según se entra, está la marea y a la izquierda o babor está la autopista, o, como siempre aquí la hemos llamado: “La Pista”, que tantos disgustos nos dio a los chacalotes cuando queríamos cruzar por donde siempre se había hecho y ahora estaba prohibido. Cuando uno era chico, aun en los días de mas reboso, era mas peligroso que un chiquillo se fuera p’a la pista que bajara a la marea. 
Los límites del barrio son indiscutibles. Nadie puede decir que estaba “mas o menos por San Cristóbal”. Si entras al barrio con coche es porque querías entrar al barrio. La entrada es tan jodida que, si alguien entra con el coche es porque lo hizo adrede, no puede decir….”bueno, aquí, dando un paseo”. No, si entraste, viniste a algo. Despistado, por descuido no fue. No es como ir, por ejemplo, a Las Canteras, que entras con el coche por Guanarteme o, por La Puntilla, porque “ibas dando un paseo”.
¡No, si vienes al barrio es porque tú QUERIAS VENIR AL BARRIO, DÉJATE DE BOBERIAS….!
Por eso, lo que para un chacalote es cotidiano, “entrar por el sur y salir por el norte” para la tanta gente que nos visita es algo especial: 
“Fui a San Cristóbal”. 
Y eso nos tiene que hacer pensar. Es fantástico que la gente venga a visitarnos. Eso nos hace importantes. Nadie visita un lugar que no está de paso si no es por algún interés, porque algo nos atrae.
¿Por qué nos visitan? ¿qué vienen buscando? ¿Qué les ofrecemos?...... 


Hay que preguntarles a que vienen. 


Yo estoy seguro de que vienen por lo mismo que vine yo al mundo: Porque les  atrae, igual que atrajo a Momo De La Guardia, la marea, nuestro barrio marinero, nuestra gente, nuestras costumbres.
Ahora, si nos interesa que vengan, habrá que buscar una imagen guapa que, igual que a Momo, “les deje enrocaos”.
 Creo que desde nuestro barrio hay que luchar para que la forma de vida que nos ha traído hasta aquí, nuestros pescadores, nuestros derechos, nuestras costumbres, se protejan y se potencien, desde los organismos públicos. Los chacalotes nos adaptaremos, como no, a los nuevos tiempos, para eso tenemos a las nuevas generaciones, pero debemos luchar por mostrar, proteger y potenciar la actividad pesquera que nos ha traído hasta nuestros días. Tenemos que ofrecer a los visitantes que “vienen adrede a San Cristóbal” lo que fuimos y lo que seguimos siendo. La visita “adrede” a San Cristóbal debe ser para algo mas que comer pescaito fresco. 
Si queremos que nos sigan visitando tenemos que dejar al visitante enrocao. Marisco para eso tenemos de sobra. 
Y cuando se vayan que sea perdiendo el aparejo, que el tirón de su partida deje en nuestras playas sus cobradas, los plomos y los anzuelos de sus corazones.



Recientemente, hablando con uno de los pescadores del barrio, me contaba que cuando comenzaba a construirse el muelle, uno de nuestros sabios pescadores tuvo la siguiente conversación con un encargado de la obra:


El Pescador:
  • “Mire y el muelle como va? Lo sacarán derechos p’afuera, por barlovento de las piedras……”


y el Capataz le dijo: 
  • ¿barlovento, eso que es?


  • “Si hombre” , le dijo nuestro Chacalote, 


y el Pescador le explicó. 
Luego, en lo que le parecía lo lógico para hacer nuestro muelle, el chacalote sabio le dijo:
  • “y luego, me imagino, cuando salgan p’a fuera al llegar al cantíl, cerrarán para el sur….”


Y el encargado volvió a preguntar: 
  • “¿Qué es el cantíl?” 

Para rematar al Pescador, el capataz le dio a nuestro paisano el disgusto de su vida cuando le dijo: 
  • “¡Ah, no señor!. El muelle sale de aquí derechito para abajo……..y ya está”


Cuando el pescador cayó en la cuenta de lo equivocado del proyecto, con cara de tristeza le dijo al capataz: 
  • “Mire, cristiano, no se estén gastando las perritas en eso….”


No se como está planificado por el barrio el proyecto de futuro pero, por experiencia profesional si les quiero decir algo:
NO DEJEMOS QUE NUESTRO FUTURO LO CONSTRUYAN OTROS. Gente que nunca “ha vivido en chacalote”. 
Ya nos hicieron un muelle donde no iba, sin escuchar a los marineros, gente sabia y conocedora de nuestra costa que les decían donde debía ir y como debía ser. Y no se hizo.
Planifiquemos desde el barrio lo que queremos que el barrio sea. Protejamos nuestras costumbres, a nuestros pescadores, a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Digámosles lo que queremos que se haga con este barrio singular, fundado por nuestros ancestros y en el que queremos que sigan nuestros herederos, potenciando su identidad, a salvo de normativas dictadas desde confortables despachos sin haber pedido nuestra opinión…
Si tantos años se ha vivido de la mar, afrontando adversidades, sobreviviendo a la hostilidad con que a veces la mar se muestra, defendamos nuestros intereses con la misma valentía e inteligencia.


Y sintámonos orgullosos de nuestros orígenes.
Cuando se tienen chiquillos la ilusión y la obligación de sus padres es darles un futuro mejor que el que ellos han tenido. Que tengan estudios, para que el día de mañana consigan un buen trabajo……….


¡Cuidado!. ¿qué es un buen trabajo?


No quiero presumir de nada. 
Cuando Ivan Cruz me llamó para invitarme a dar este pregón, yo me sentí abrumado. Sigo pensando que soy el último que merece estar aquí ahora, ante ustedes.
Iván, para animarme, me dijo: “Hombre, eres del barrio, estas enamorado del mar, andas con lo de los barquillos, eres empresario…..”


Soy un modesto empresario, si. Comparto ese privilegio junto con mi socio Jerónimo (y sin embargo hermano, como siempre digo, de coña). El grupo CRI da trabajo a un pequeño equipo de poco mas de cincuenta personas. A todos los conocemos por su nombre y apellidos, recuerdamos el de sus esposas o esposos, incluso el de muchos de sus hijos…… Cuando surge la oportunidad y me veo con cada uno de ellos a solas, si la ocasión lo permite, les pregunto si vienen felices a trabajar, porque si no es así, ambas partes nos estamos equivocando. 
Se puede tener estudios y tener un trabajo acorde con esos méritos y, sin embargo, se puede ser infeliz cada mañana cuando, camino de tu puesto, vas con el alma encogida, con una opresión en el pecho, porque no te gusta lo que haces,…no estas de acuerdo con tu jefe,…crees que vales mas que él, que sus decisiones son absurdas o que te faltan al respeto o que no cobras lo suficiente, que si puedes lo dejas…
No digo que no haya que darle a nuestros hijos todos los estudios que estén a nuestro alcance e intentar que sean mejores personas que nosotros. Que pensemos que la mar es muy sacrificada y que preferimos que vivan de otra manera…..Eso está bien.


Pero hagamos que siempre se sientan orgullosos de ser hijos y nietos de pescadores. Que puedan decir que su padre o su madre hacían cada mañana lo que les parecía mejor. Que en la mar, en libertad, eran dueños de sus propias decisiones y la mar les permitía cada día su sustento de forma honrada sin tener que soportar presiones de superiores, malos compañeros de trabajo o incertidumbres laborales. El agua salada que corre por sus venas, el color y el olor del mar, la estela que en Él dejan sus embarcaciones, se hereda, se transmite de padres a hijos y ellos sienten las mismas emociones y el mismo amor al mar.


Hagamos que nuestros hijos y nietos, los herederos de este barrio, se sientan orgullos de sus antepasados, de su forma de vida y si tienen vocación que continúen en la mar.


Nuestro barrio debe seguir siendo siempre “EL BARRIO MARINERO DE SAN CRISTOBAL”


Y cuando les ocurra como a todos nosotros nos ha pasado….,cuando en cualquier rincón de nuestro archipiélago escuchen esa canción que para muchos es un himno, el “Somos Costeros” que nos dejó escrita el genio de Pancho Guerra….
Hagan como hacen hoy los futbolistas, celebrando cuando marcan un gol, orgullosos con los brazos en alto y los pulgares señalándose el dorsal de la camiseta, mostrándoselo al público, saltando de júbilo, cuando la copla cante “yo no tengo la culpa compadreee… “ griten bien en alto: “YO SOY CHACALOTE” …..y cuando remate “San Cristóbal la tiene toita…”
Que gríten mas que nadie….que se les oiga, bien alto, con una explosión en el pecho…:
 
¡¡¡QUE EL RELAJO EMPEZÓ CON SUS FIESTAS!!!


Vecinos, Vecinas, visitantes……


¡¡FELICES FIESTAS DE SAN CRISTÓBAL 2017!!


GRACIAS A TODOS.

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Informe fiestas 2015

8/8/2015

 

Pregón fiestas 2015

1/8/2015

 
ImagenLourdes Armas, Concejal del Distrito 1 en la lectura del pregón 2015. Foto: La Provincia
Buenas noches, es un gran honor ser la pregonera de las fiestas de nuestro barrio Marinero San Cristóbal. Me van a permitir que diga, nuestro, porque como concejala del distrito Vegueta-Cono Sur-Tafira, me siento parte de los barrios que los componen, para compartir alegrías como puede ser estos momentos y también para buscar soluciones que mejoren la vida de las personas que viven en ellos, concretamente en el barrio Marinero de San Cristóbal.

Con mucha ilusión, comenté a mi madre y a mi padre, que estaba elaborando el Pregón de las fiestas, de repente despertaron en ellos recuerdos de su infancia y adolescencia con el barrio.

Mi madre, una mujer de la cumbre de Gran Canaria, con 15 años se vino a vivir con su familia al Barrio de San José, y recordaba que 2 o 3 veces a la semana venia a comprar agua en las Tenerías, al lado del castillo de San Cristóbal. Recuerda que la señora que vendía el agua, era una buena mujer. Con el cacharro de agua en la cabeza, cruzaba la finca de plataneras, hasta llegar a la ladera de San José.

Uno de sus recuerdos, era la recogida del trasmallo, que con ilusión ayudaba, esperando luego el reparto del pescado, los pescadores eran muy solidarios, con las personas necesitadas.

Después de la recogida del trasmallo, los pescadores con sus ganchos y sus cestas, iban a vender el pescado por el Paseo de San José, salemas, búlgados, chicharros, etc.

Sus ojos se iluminan, cuando recuerda, que en marea vacía, se formaban unos grandes charcos y la suave brisa del mar en su cara.

Por otro lado mi padre, hombre de ciudad del barrio de Los Arenales, su recuerdo era para aquellos pescadores del barrio de San Cristóbal, conocidos como los chacalotes, cuando iban a echar el chinchorro desde la playa de la Plaza de la Feria a la playa del Lugo. Mi padre también valora, la solidaridad de los pescadores, cuando repartían pescado, entre la gente que no tenían para comer, eran tiempos muy difíciles.

Mis padres han envejecidos y el barrio se ha modernizado. Paseando estos días por la avenida, descubrí un sentimiento de vecindad entre la gente, con una identidad propia de barrio marinero, formándose pequeños grupos de vecinos y vecinas compartiendo tertulia frente al mar.

Hay un fuerte sentimiento de orgullo y de identidad, de pertenecer a este barrio, el único que tiene un puerto de pescadores en la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, con su cofradía. Ese sentimiento de orgullo y pertenencia, tiene que seguir creciendo, porque cuanto más crece más crecerá el barrio marinero de San Cristóbal. No me puedo olvidar, que estamos pegados a la costa Atlántica, y que existe una gran tradición por la vela latina, los botes, con una rivalidad sana, entre el Unión San Cristóbal, el Roque Nublo y el Guerra del Río. Desde el barrio se ve pasar a los botes en sus regatas y pegas. Es un espectáculo verlos desde la Avenida del Barrio.

También, habría que intentar, a lo largo del tiempo, encontrar una solución a la autovía que imposibilita la mejora de su entorno urbanístico.

Animo desde mi responsabilidad, a que luchen por esta joya frente al mar, el barrio Marinero de San Cristóbal, para que mantenga su identidad de barrio marinero.

VIVAN las Fiestas de San Cristóbal!!!


Lourdes Armas, Concejal del Distrito , San Cristóbal 10 de julio de 2015.

PROGRAMA COMPLETO FIESTAS 2015

8/7/2015

 

Fiestas de San Cristóbal 2015

6/7/2015

 
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GRACIAS !!! FELIZ 2015 

30/12/2014

 
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Programa de actos de Navidad 2014

8/12/2014

 
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2ª fiesta Fin del Verano 2014

24/9/2014

 
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Programa completo Fiestas de San Cristóbal 2014

9/7/2014

 

FIESTAS DE SAN CRISTOBAL 2014

6/7/2014

 
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