
El pregonero de unas fiestas suele ser elegido por sus vínculos con el pueblo-barrio o lugar donde las fiestas van a celebrarse. A veces se elige a un cura que había sido párroco, a un maestro o maestra a los que se recuerdan siempre, a una comadrona o amañada enfermera, … y muchas otras veces se elije a alguien que ha destacado en alguna faceta de la vida profesional, musical, artística y que antes de ser famoso, esto es, conocido y reconocido, se le encarga hacer y decir el pregón y así se van enriqueciendo las fiestas con pregoneros más o menos famosos que van dando lustre a las FIESTAS y luego según sea el caso, se anuncian y publican en los periódicos, acrecentando la importancia de las mismas fiestas. Mi caso es algo distinto y por eso tengo que presentarme…....
Este Pregón es un EMBOLAO de los buenos, para ser más exacto un EMBARQUE del amigo Iván Cruz que no ha tenido compasión y me ha puesto encima de los hombros la carga de esta enorme responsabilidad, que pesa más que el lastre del bote del San Cristóbal cuando hay que moverlo de una banda a otra con marejada en la MARFEA. Quiero decir que el Pregón de las fiestas me ha tenido hablando solo, porque una vez comprometido, no podía decir No por una razón profunda que se encierra en la letra de una hermosa folia: Una barca en San Cristóbal Tiene nombre de mujer Parece no decir nada Y es la historio de un querer La razón última de mi presencia aquí, es la historia de un extraordinario amor, el de Pancho Guerra, con San Cristóbal. Aquí observó las maneras de pensar, de sentir, y de hacer de sus habitantes. Guardó en su memoria y trasladó a sus escritos, el léxico popular de las cosas de la pesca y de las redes, de los barquillos y las chalanas. Allí escuchó las historias de los pescadores y marineros. Aprendió de D. Simón Doreste en la playa de La Laja los nombres de las artes y utensilios necesarios para ganarse la vida faenando en la mar.
¿Quién fue Pancho Guerra? Escritor y periodista, nació en San Bartolomé de Tirajana en 1909 y murió en Madrid en 1961 a los 52 años. Su infancia transcurrió en Tunte en Tirajana y su juventud en LPGC, y muy especialmente en Los Riscos de San Nicolás y S. Juan, San Cristóbal y Vegueta vinculándose allí a la Escuela Lujan Pérez. Creador del personaje de ficción literaria “Pepe Monagas” que protagonizará en sus “Cuentos Famosos” miles de situaciones en los muchos personajes que dieron vida a la sociedad isleña de la época, a través de una ironía elegante y socarronería marrullera. Sería su amigo Pepe Castellano (José Castellano Santana), aquel extraordinario actor popular del barrio de San José, el que encarnase y diese vida al personaje que Pancho Guerra creara y divulgase aquellos cuentos, de tal modo que su identificación consiguió que quedase en la memoria popular como Pepito Monagas. Pancho Guerra, escritor dado a los cuentos, el teatro, la novela, la poesía, la canción popular, el estudio de la lexicografía y, por igual periodista, contribuyó a la percepción general de canariedad, porque en él se reconoce la raigambre del espíritu popular que observó profundamente en pueblos y barrios como San Cristóbal Pancho Guerra consiguió un mérito exclusivo que mantiene viva la memoria y el recuerdo del barrio de San Cristóbal. En todas las fiestas de Gran Canaria y me atrevo a decir que en casi las de toda Canarias, está presente el patrón del barrio marinero, porque no hay ninguna canción más popular, conocida y cantada que el “SOMOS COSTEROS” que Pancho Guerra compuso aquí en las orillas de San Cristóbal y que luego analizaremos. Pero la mayor parte del pueblo desconoce otra canción de Pancho Guerra inspirada en San Cristóbal y de la que existe una grabación interpretada por María Mérida: Barquito velero que Vienes y vas Te lloro en la arena Te lloro en la mar Barquito velero Mis ojos te dan El agua salada Para navegar Marinero que en mis sueños Tengo celos de la mar Que me roba tus caricias Y me deja en soledad Marinero echa tus redes Un poquito más acá Donde mi corazón sangra Como ramos de coral Barquito velero que Vienes y vas Sin viento en la Vela, Debieras quedar La “Parranda del tío Pancho” que dirige Antonio Santana, hijo de Santiago Santana el extraordinario pintor amigo de Pancho Guerra, y que también vivió en san Cristóbal, la ha incorporado en los últimos años a su repertorio. Recientemente mi hermano Antonio Guerra y su grupo musical “Grupo Vademedicum” han generado una nueva versión de esa hermosa y amorosa canción marinera. Pancho Guerra se nutrió en San Cristóbal de amor entrañable con el mar, las cosas y la gente del mar. Aquí llenaba sus pulmones de aire limpio, yodo y salitre en las maresias de aquellos años difíciles de gofio y pescado, en el que muchos isleños tuvieron que emigrar para América en aquellas condiciones tan duras en pequeños barcos cargados de esperanza y de búsqueda de un futuro mejor para tantas familias canarias. De San Cristóbal salieron barcos cargados de ilusión de valientes canarios que llenos de nostalgia dejaban atrás la tierra que Néstor Álamo cantase en su hermosa canción “ADIOS CANARIA QUERIDA” Me voy a tierras extrañas…, Ya no podré por las tardes, echarle el puño a la baifa… En mi corazón va escrito este nombre GRAN CANARIA.
Hay anécdotas curiosas que nos recuerdan esa emigración clandestina desde San Cristóbal. Algunos de este barrio quisieron hacer las Américas, entre ellos algún hermano de “Bichito” y de “Manolete” aquel jugador de futbol que llegó a la UD y que fue un “fenómeno en el campo de fútbol y no digamos nada fuera”, esto es en el otro rectángulo de juego en que los goles se meten de “penalty”, y donde dejó constancia de saberlo hacer, ya fuese aquí en San Cristóbal y alrededores, o en la Península dónde también jugó dejando alto el pabellón. Esta emigración clandestina intentaba burlar los controles de la guardia civil aquí, en el Castillo del Romeral y en algunas otras playas del sur de Gran Canaria, desde dónde partían. A veces eran interceptados por orden de algunos jueces que no comprendían la locura de aquella aventura de los isleños, dispuestos a perder la vida en barcos precarios para un viaje penoso hasta llegar a las costas de Venezuela o de Cuba. Se dice que en una ocasión un juez castellano y para más señas de Valladolid, mandó detener al patrón de uno de aquellos barcos que intentaba salir clandestinamente de Gran Canaria. Le interrogó solemne y con tesón, y tras varias horas de requilorio y preguntas repetidas, solo consiguió sonsacarle al teado marinero isleño su nombre de pila. “Como se llama usted…” Ya caliente ante el silencio y los monosílabos como respuestas de aquel valiente roncote, le pregunta inquisidor ¿Y como pensaba usted llegar a América en ese barco…? A lo que el isleño contestó por fin “NOSOTROS PENSAMOS DIR COSTEANDO”.
A este patrón no le dejaron salir en aquella ocasión, pero muchos de los que salían llevaban como “ayudas para la navegación”, mapas. Bueno, mapas por llamar de algún modo a aquellas pobres “cartas marinas”. Sucedió entonces aquella anécdota atribuida a Pepe Monagas, en las que los cansados isleños, después de muchos días navegando en medio del Océano y atribulados por la certeza de estar perdidos, solicitaron al Patrón Regorito que sacara el mapa. ¡Saque el mapa Regorito! y mirando una y otra vez a aquellas elementales cartas de navegación exclamó: aquí en la carta hay un puntito que debe ser La Guayra. Y contestó Pepito Monagas “si es La Guayra estamos salvados, pero y ¿si es una cagada de mosca? En fin, muchos emigraron y otros quedaron intentando sobrevivir en las islas, y aquí mismo en San Cristóbal sacando el chinchorro y el copo lleno de sardinas, ya fuesen las redes de “Los Feliciano”, “Los Palillas” o de “Cucho el del Cruce de Aguadulce”. El trasmallo y otras artes, también ayudaron lo suyo, incluidas las de “Juan Chilín”, asociado este a la familia de D. Pablo Cabrera. De D. Pablo Cabrera decir, que además de ser director del Banesto, tenía una finca en Ingenio de tan buenas uvas moscatel, que algunos de sus racimos se llegaron a cambiar por algún balinazo en el culo de algún galletón de San Cristóbal, dispuesto a soportar el perdigonazo con tal de hacerse con algunas uvas para un compromiso de amores. Allí, en aquellas playas de Las Angustias y la Bajeta como en las tres puntillas, la grande, mediana y chica, jugaban los niños de San Cristóbal, que “inventaron el Buggy y el Surf” antes que existiesen esas tiendas especializadas en deportes náuticos y esas tablas de campeonato de surfing y demás artilugios para coger olas. En efecto, para eso servían también las panas de los barquillos, en las que los chiquillos se deslizaban hacia las orillas de San Cristóbal y allí juntos compartieron juegos, Luki Jaén, Arístides, Mireya y Aída y sus primos los Doreste con Luis Santana (El Presidente del Bote San Cristóbal), o con Jorge, el actual Presidente de la AAVV, en aquellos tiempos Jorgito, y con tantos otros jóvenes, hoy no tanto que a lo mejor no están acompañando aquí en la plaza. Fruto de estos juegos de niños que no siempre eran tan tranquilos, D. Luis Santana me contó lo agradecido que quedó a consecuencia de una pedrada que recibió en la cabeza, lanzada por un hijo de Pablo Cabrera. Gracias a aquella pedrada que quiso resolver algún conflicto infantil con un tenique de los que abundan en San Cristóbal, Luis Santana y otros niños disfrutaron de golosinas mientras la herida y los puntos de sutura se fueron curando. Allí crecieron juntos y compartieron buenos ratos y algunas buenas meriendas de chocolate y galletas que alegraban los rostros de aquellos niños, que con poco tenían mucho, porque valoraban el cariño, la solidaridad y la ayuda de algunas familias, ya que fueron años muy difíciles y las necesidades pasaban por lo más elemental y básico: comer y sobrevivir. En este contexto encontramos a Pancho Guerra en San Cristóbal y La Laja. Sus vínculos amistosos van a situar a Pancho Guerra con familias grandes, generosas y comprometidas social y políticamente. Los hermanos Doreste: Simón, Poli, Sarito, Federico y los hermanos Domingo y Juan Jaén casadas con Poli y Sarito. Arístides, Mireya, Aída y Luki, sus padres Domingo y Poli, y sus tíos y primos, compartieron con Pancho Guerra al que le encantaba la música popular, la parranda y la tertulia en la que no faltaba esa otra familia ampliada de ilustres amigos y vanguardia cultural que cité al principio, hermanados con los vecinos y amigos del barrio-pueblo marinero. En ese clima de influencia, Pancho Guerra intenta conocer la cultura, las raíces de nuestra identidad, nuestras maneras de pensar, de sentir, de hacer. Así, las ideas, las creencias, los hábitos, valores, sentimientos y emociones que observa en San Cristóbal, las registra para poder devolverlas hecha cuentos, teatro, poesía, canción, y reflejar las características del ser canario rural y urbano, tan marcadas por el mar, la costa, la pesca y la emigración. Allí se fundían pueblo y barrio de una ciudad y una sociedad emergente que empieza a transformarse por y desde el Puerto de la Luz y que Pancho Guerra transita de la mano de su personaje de ficción literaria “Pepe Monagas” en sus cuentos y correrías desde San Nicolás a San Cristóbal y La Laja, pasando por Vegueta y la playa de San Agustín. Allí Pancho Guerra y sus amigos hicieron alguna de las suyas. En una ocasión, enfundados en “sacos de guano” pintados de negro y al grito de “Viva la Moral”, denunciaron costumbres antiguas como la de bañarse en la playa las mujeres separadas de los hombres, y también algunas otras viejas moralinas que pretendían que hombres y mujeres estuviesen siempre situados igual que en la Iglesia, unas a babor, y otros a estribor, alejados entre si por el caletón de enmedio. Pancho Guerra siguió vinculado a San Cristóbal, hasta su muerte en Madrid en 1.961.
Hoy sabemos que Luisa Salvador, el otro amor de su vida, con quién estaba próximo a casarse y en cuyos brazo murió, vino con él a San Cristóbal a casa de Poli Doreste, ya que quiso que conociese aquel lugar hermoso, dónde al menos una de sus barcas tenía nombre de mujer y desde dónde iban y venían aquellos barquitos veleros. Voy rematando la faena volviendo al vínculo profundo que unió para siempre a Pancho Guerra con San Cristóbal. Les dije al principio que “SOMOS COSTEROS” es la canción popular y más cantada de Canarias. No hay fiesta, romería, ni gradas de un estadio como antes el Insular y ahora el de Gran Canaria con la afición de Las Palmas, que no canten esta hermosa canción que es mucho más que una canción bonita, porque describe hábitos, ritos y modos de vida. La letra de “SOMOS COSTEROS” describe la vida de un barrio-pueblo marinero que espera su fiesta para ARRIAR LAS VELAS Y LARGAR AL VIENTO LA RUMANTELA. Por cierto, aprovecho la ocasión para decir que algunos grupos folclóricos cuando la cantan no dicen RUMANTELA. El significado de RUMANTELA es: alegría, parranda, jolgorio. También aprovecho para agradecer la presencia de La parranda “El Moñigal” que nos acompaña en el escenario y que interpretarán para ustedes “SOMOS COSTEROS”. Pancho Guerra empieza su canción invitándonos cuando llegan las fiestas del Patrón, a que dejemos de trabajar y nos pongamos a disfrutar, bajando las velas y desplegando al viento toda la alegría, la diversión, la parranda. “SOMOS COSTEROS, arriando velas, Largando al viento la RUMANTELA” Echa ron ventorrillero turronera pon turrón Continúa mostrándonos en su canción como son las fiestas populares en Gran Canaria, en las que no falta el ron en el ventorrillo y la turronera. Refleja el trabajo en el mar de ellos, los marineros, roncotes duros de escamar porque son pejes de altura y pelea; y en tierra de ellas, las mujeres que además de vender el pescado, tienen otras artes amorosas, y saben primero “engodar” en la taifa para luego “entrasmallarlos” en la Iglesia tal y como describe la letra: Hoy no cantamos ¡sardinas frescas!, Hoy pregonamos ¡VIVA la FIESTA! El roncote no pica compadre Porque es peje de altura y pelea Pero déjelo estar que yo tengo Buena liña y carná de la fresca Es moreno mi niño y tan alto Que no pasa su busto esa puerta Yo soy chica y también morenita Entradita en cintura y dispuesta A él le toca pescar en el agua Y me toca pescar a mí en tierra Esta noche lo engodo en la taifa Y después lo entrasmallo en la Iglesia.
Al final la muchacha, igual de morena que él, pequeñita pero entradita en cintura y dispuesta, le larga todita la culpa al Patrón San Cristóbal ya que tal día como hoy empezó aquel enralo.
Yo no tengo la culpa compadre De quererle y querer que me quiera San Cristóbal la tiene toita Que el enralo empezó por su fiesta
HOY NO CANTAMOS SARDINAS FRESCAS,
HOY PREGONAMOS VIVA LA FIESTA
Viernes 8 de julio de 2011
Miguel Guerra